miércoles, junio 28, 2006

Amor de Ida y Vuelta

Extráñame como te extraño a ti. Necesítame como te necesito a ti. Añórame como te añoro a ti. Te hace falta experimentar en el pecho la sensación de succión que me genera el vacío de tu ausencia, y el dolor que atormenta. El silencio que enloquece. El frío que solo puede ser aliviado con tu piel.

Sumérgete como lo hago yo, deja que mi amor te abrace, absórbelo, embébete de él, dilúyete… abandona cada aspecto de tu vida en el amor, en un sistema de movimientos caóticos, cual iones solvatados en dispersión coloidal, llenos de poder para la unión.

Abandónate a esta atracción, como lo hago yo. Despréndete de lo que estás sujeto ahora. Rompe los vínculos, las uniones, sin ninguna culpa; está escrito en la naturaleza que las uniones débiles no son permanentes. Ya te amé de ida, ya te amo de vuelta. Responde al poder de esta fuerza, a mi llamado, reacciona corazón, ahora que nos queda vida, irreversible, sin regresión.


miércoles, junio 21, 2006

Falso positivo


Ellos se conocieron desde hace muchas vidas. Incluso en esta se encontraron un par de veces antes de lograr reconocerse, les tomó mucho tiempo evocar en su memoria cósmica el profundo amor que los había unido una y otra vez, como en un proceso de depuración kármica del que no podrán zafarse hasta entregar su vida a un heroico acto dármico enteramente consciente, valioso acto de voluntad, que ellos aún desconocen.

En esta vida, el amor y desamor los ha unido y desunido decenas de veces, nada que la ausencia y el silencio impidan detonar nuevamente entre ellos espasmos de incontrolable amor apasionado, que contra todo pronóstico, los han hecho rendirse ante el otro, cada vez que se miran a los ojos.

No sé si fue el resultado de haber pasado tantas y tantas horas hablando, o el tiempo que pasaban diariamente frente al monitor chateando, o las largas horas de fuga rumbo a Tequila errando ruta por San Luis Postosí. Seguramente algo tuvieron que ver todas las horas de sueño que perdieron para siempre, tratando de estirar hasta el último minuto humanamente posible, antes de desfallecer de fatiga, de cansancio, uno sobre el pecho del otro, en esas noches de desvelo provocado por el deseo de verse nuevamente… pero el amor que repetidamente les estremecía a uno del otro, simplemente era insoportable, inevitable, permanente.
Continuamente se dicen te amo y no dejan de pensarse. Él es un amor añejo para ella, uno de esos amores que se tiene la certeza de que se tendrán para siempre, no importa que tan alejado se encuentre de la realidad, la remota posibilidad, de realizarse. Esta falta de certeza, esta escasa probabilidad, es la fuerza impulsora que a él lo arrastra hacia ella, pues él basa su seguridad en el esfuerzo permanente, en la conquista, en la voluntad. Es en lo que él cree, en el propio esfuerzo, especialmente si en esta ocasión puede corregir, pues odia bastante fallar.

Para ella, él es la imagen, el recuerdo, el aroma y textura de un doloroso episodio de amor apasionado, que fue frustrado, mutilado, asesinado cuando después de muchas conjeturas y la meticulosa observación de comportamientos extraños, descubrió que él era casado, con descendencia de un pequeño de 5 años… el ciclo se repite ocho años después, cuando lo encuentra de nuevo, separado de aquella mujer que fuera su esposa, pero con una nueva que le engendró una pequeña, coincidentemente a punto de cumplir los cinco años.

la ilusión del reencuentro se desvaneció, de nuevo un falso positivo para la realización de este amor.

La vida sigue dolorosamente cada uno por su parte… es tan difícil encontrar el equilibrio ahora que volvió a tenerlo, a encontrarlo y que vuelve a necesitarlo.

En su viaje a la montaña, meditó sobre este amor. Su corazón vibró con una súplica que en un poema leyó:

Jaguar:
Amémonos sin misterio,
Aquí en la tierra, triunfantes.
No se ama en el cementerio
¡Debemos amarnos antes!
Mi ceniza y tu ceniza las esparcirá la brisa.


Ella cierra sus ojos… solo espera algo mejor.

domingo, junio 04, 2006

Vidas a medias

Y ahora decimos palabras a medias, intercambiamos miradas a medias y pareciera que en vilo estamos situados a la mitad de algo que no sabemos qué es mientras creemos fervientemente en la aproximación infinita del siguiente instante que sin percatarnos dejaremos ir a medias, sin usar, que ya no será, que habrá sido tan sólo un parpadeo, una mirada a tu boca tinta de vino donde mis ojos reposan codiciosos o sedientos. Mientras seguimos a medias, tú de tu lado y yo del mío.